Isa suele decirme que mi poder mutante es que soy una especie de encantador de serpientes en los tramites con la administración y burocracia en general.

Por ejemplo, cuando abrimos el centro de buceo en 2016, desde que formalizamos la compra en enero, hasta que levantamos la persiana por primera vez el 1 de mayo, obtuvimos todos los permisos, licencias, autorizaciones, certificados y demás zarandajas en ese periodo de 3-4 meses. Cientos de kilómetros, decenas de numeritos de turno de espera, multitud de horas de espera en colas interminables y cientos de fotocopias. Recuerdo con especial cariño la carpeta de los "porsiacaso" donde llevaba fotocopias extra de todo, para que si aparecía un requerimiento nuevo y no planificado en plan "te falta el certificado de no sequé" tuviera recursos para evitar volver otro día. Baste decir que la tarde/noche anterior me preparaba a conciencia todo lo referente a papeles del día siguiente, para evitar tener que tirar de la carpeta y que no hubiera sustos.

El resto de los centros de buceo de la zona y la administración en general veían como algo imposible que fuéramos capaces de tener todo en orden para poder empezar la temporada 2016, algo que para nosotros era vital ya que no hubiéramos podido estar en blanco el primer año después de todos los gastos de poner el centro en orden. Y aunque nos perdimos el puente de Semana santa del 2016, para el puente de mayo comenzamos nuestra andanza con todo el papeleo en orden.

Y todo esto fue posible a cientos de sonrisas, miles de muchas gracias y decenas de chistes ocurrentes y tontos, que, en mi humilde opinión, hacían que el del otro lado del mostrador se encontrara a gusto y cómodo conmigo. Nunca, nunca me enfrente con nadie del que dependiera un papel o una firma, porque sabía que a las malas tengo las de perder, y en general siempre intento que el que está al otro lado no tenga un mal rato por mi visita, y si es posible, que el recuerdo que le quede sea grato.

Por ejemplo, cuando voy a hacerme análisis de sangre, que es como 3 o 4 veces al año, entre que las tengo bastante pinchadas, y que el exceso de peso no ayuda a encontrar las venas, suelo hacer pasar un mal rato a la persona que le toca lidiar conmigo. Pues un chascarrillo tan tonto como que después del buenos días, le suelto un “Pues hoy te ha tocado el gordo”, hace que la situación se relaje mogollón, se le escape una sonrisa a la otra persona que le va a tocar usar todas sus técnicas arqueológicas para buscar la venita de marras, e incluso te llevas frases como la que me dijo una profesional de esto de las banderillas que me dijo cuando me iba, “pues no te lo vas a creer, pero me has alegrado el día”

Y en general, me va funcionando. Me cuesta cientos de veces más el provocar un enfrentamiento que ser agradable, o neutro al menos. En estricta economía de recursos y energía, no hay comparación, siempre hablando de mi caso y persona. así que, si quieres asegurarte de que no te vaya a gritar, hazte con un photocall de una ventanilla de la administración y veras como todo va como la seda


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